Los clubes militares son rémoras del pasado, donde se pretendía que los mandos militares pertenecientes a las clases privilegiadas del país, quienes fundamentaban su situación de privilegio en la dedicación al ejercicio de las armas como actividad propia del género superior, estuviesen segregados de la ciudadanía y, a su vez, unos militares de otros. Recordemos que Es Fortí es un club únicamente para oficiales y Torre d’en Pau solo para suboficiales, quedando vedados para las clases de tropa y marinería. Quienes no pertenecen a la casta privilegiada, tienen vetada su entrada en tan selecto y elitista círculo social. Pero ¿quién paga el mantenimiento de estas instalaciones que tan poco tienen que ver con la defensa del país ni con las misiones propias de las Fuerzas Armadas? Obviamente, son los presupuestos generales del Estado quienes sufragan el club donde unos pocos jefes y oficiales y sus familias juegan a tenis, nadan y echan sus partidas de dominó o juegan al bingo. El interés general debería primar sobre los privilegios de unos pocos y las instalaciones de Es Fortí deben integrarse en el proyecto del Parc de sa Riera. También debería ser motivo de negociación que la residencia logística de oficiales (eufemismo para evitar hablar de hotel exclusivo para la casta superior) que acaba de ser profundamente rehabilitada con el dinero de todos, pase a ser de uso compartido. Hay en la ciudad un buen número de hoteles de calidad a los que pueden ir los militares, pero rascándose el bolsillo, como el resto de los mortales.
¿Alguien puede imaginar que el ministerio de Fomento pagase con dinero público un club deportivo exclusivo para los controladores aéreos, por ejemplo? ¿O que Hacienda lo hiciese con los funcionarios del servicio de vigilancia aduanera? ¡Sería inconcebible! Pues verán como Defensa se opondrá a la propuesta del Ayuntamiento, junto a los usufructuarios del club, los grandes beneficiados de las prebendas militares. Instalaciones que en su día fueron militares, como el Quarter de ses Bòvedes, que ahora conocemos como Ses Voltes, ahora es un recinto perfectamente integrado en la ciudad y de uso y disfrute público. O el antiguo hospital militar, transformado en residencia y centro de día para enfermos de Alzheimer.
Es hora de que las instalaciones y recintos que son de titularidad del ministerio de Defensa y no sean imprescindibles para las misiones de los ejércitos, pasen a ser de uso compartido y puedan ser utilizadas por todos los ciudadanos. Así se hizo, aunque con mucho retraso, con la base naval del Puerto de Sóller y sería bueno que se haga, por ejemplo con el Puig Major, para permitir el paso a los excursionistas, con las condiciones y circunstancias que se consideren convenientes. Pero vetarlo todo por capricho militar, aunque es tradición española, no es de recibo en la actualidad. Y por eso creo que hay que aplaudir la iniciativa de UM y la Asociación de Vecinos de Es Fortí, pues trata de beneficiar a todos y no solo a unos pocos privilegiados.
Juan Miquel Perpinya